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martes, 19 de noviembre de 2013

SOYA PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA (Parte II)


(Vanesa Herrera, Sonia Gallinotti y Leandro Castaño)

En un mediano plazo los suelos comienzan a resentirse de manera alarmante por la pérdida de estructura orgánica, de porosidad y de riqueza biológica. La única solución es el desarrollo de planteos de rotación que incluyan a otros cultivos y permitan la sustentabilidad y la conservación de los suelos.
El inconveniente primario es la compactación, que se manifiesta en la pérdida de la porosidad del suelo, y afecta a la vida microbiana, fundamental para el desarrollo de todos los procesos biológicos que generan la fertilidad mediante la descomposición de la materia orgánica y nutren a las plantas. Es la falta de aireación, que deriva en un menor desarrollo de los cultivos y en impedimentos para poder lograr una agricultura o una ganadería rentable.
Un suelo se compacta por orígenes naturales inevitables o por consecuencia de malos manejos derivados de la actividad humana, pero la recuperación es un proceso que depende de las características propias de cada terreno, y por ejemplo los suelos arcillosos demandan de períodos más prolongados y de procesos más complejos que los arenosos.
La salinización es un problema al que no se le ha encontrado una solución, y si la hay es de altísimo costo. Eso se debe a que una alternativa es hacer sistemas de drenajes internos y lavados de los suelos. Es un método que se lleva a cabo en países donde las parcelas son más chicas y se depende de manera exclusiva de la productividad de las tierras.
Hay que convivir con la salinización, respetar el problema del terreno, y adaptarse a la aptitud de ese suelo. Los técnicos recomiendan dejar intactos a este tipo de suelos, no someterlos a labranza, y sólo en determinados casos sembrar en forma directa.
La salinización contribuye a la desertificación, al igual que otros factores tales como la erosión eólica que vuela la capa fértil.
Por otro lado, la acidificación se produce por excesos de agricultura, por abusos con los fertilizantes, y provoca que la vida del suelo se vea resentida, que los nutrientes no estén disponibles para las plantas y que por lo tanto no crezcan los cultivos.
El cultivo de soya, es altamente extractivo de nutrientes fundamentales como el nitrógeno, fósforo, calcio, potasio. Algunas mediciones, dan cuenta de pérdidas significativas de nutrientes inclusive de un año para el otro.
Es la parte menos agradable de los índices de cosecha, porque la soya se lleva en sus granos, entre el 60 y el 80 por ciento de los nutrientes que absorbe la planta durante su desarrollo.
Otros cultivos, como el maíz, le aportan mucha más materia orgánica a la tierra que la soya, y de aquí surge la propuesta de rotación para pensar en el cuidado y la sustentabilidad del recurso.

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