Los transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM) son aquellos que se les ha alterado la información genética artificialmente injertándoles genes de otro organismo diferente, aún hasta en reino, es decir, la biotecnología ya posibilita “crear” organismos con genes de plantas a animales o bacterias u hongos.
Ya existen fresas con genes de peces, maíz con genes de bacterias, seres que genéticamente recordarían un “frankenstein”. Los humanos estamos modificando el curso de la vida y creando seres vivos que nunca hubieran existido de manera natural y que nunca antes habían estado en nuestro planeta.
El peligro de cultivar organismos transgénicos radica en que la mayoría de las plantas se reproducen intercambiando polen entre miembros de su misma especie y con algunos parientes silvestres. Esta forma de reproducción es la que puede provocar la contaminación genética, ya que al implantar organismos transgénicos en el medio ambiente, se libera al mismo tiempo el polen transgénico y no se sabe qué le puede suceder a los insectos polinizadores o a las abejas cuando consuman miel de una planta que produce su propio insecticida
En materia de salud humana no se sabe qué consecuencias pueden traer a mediano y largo plazo el consumo de productos transgénicos. Sin embargo, se sabe que ciertos cultivos transgénicos, a los cuales les insertaron genes de resistencia a antibióticos, pueden generar bacterias que causan enfermedades o resistencia a los antibióticos en humanos y animales. Esto quiere decir que quienes consuman cultivos transgénicos con resistencia a los antibióticos, podrían tener dificultad para combatir infecciones.
Ya existen fresas con genes de peces, maíz con genes de bacterias, seres que genéticamente recordarían un “frankenstein”. Los humanos estamos modificando el curso de la vida y creando seres vivos que nunca hubieran existido de manera natural y que nunca antes habían estado en nuestro planeta.
El peligro de cultivar organismos transgénicos radica en que la mayoría de las plantas se reproducen intercambiando polen entre miembros de su misma especie y con algunos parientes silvestres. Esta forma de reproducción es la que puede provocar la contaminación genética, ya que al implantar organismos transgénicos en el medio ambiente, se libera al mismo tiempo el polen transgénico y no se sabe qué le puede suceder a los insectos polinizadores o a las abejas cuando consuman miel de una planta que produce su propio insecticida
En materia de salud humana no se sabe qué consecuencias pueden traer a mediano y largo plazo el consumo de productos transgénicos. Sin embargo, se sabe que ciertos cultivos transgénicos, a los cuales les insertaron genes de resistencia a antibióticos, pueden generar bacterias que causan enfermedades o resistencia a los antibióticos en humanos y animales. Esto quiere decir que quienes consuman cultivos transgénicos con resistencia a los antibióticos, podrían tener dificultad para combatir infecciones.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió que los cultivos transgénicos pueden ser peligrosos para la biodiversidad y la salud humana, y recomendó a los países de América Latina y el Caribe que actúen con precaución antes de adoptarlos. Según el Informe GEO 2003, la aplicación de la biotecnología para el cruce de genes de diversas especies animales y vegetales, puede poner en peligro la diversidad natural. El PNUMA indica que en el debate sobre los transgénicos "interfieren posiciones polarizadas y grandes intereses comerciales, por lo que el principio precautorio debería aplicarse como regla principal hasta que exista un consenso científico sobre el tema". Las variedades agrícolas comerciales, soja, maíz, algodón y colza, son controladas por apenas cinco empresas transnacionales del Norte industrial, dueñas de las patentes, y más de 90% del área sembrada está en Argentina, Canadá y Estados Unidos, aunque avanza en otros países.
Carlos
ResponderEliminarFelicidades por la publicaciones que realizas, un abrazo y saludos a la distancia.
Alex