Hace 10 años
en Brasil, el 21 de septiembre fue establecido como el Día Nacional contra los
Monocultivos de Árboles, durante una reunión con 250 miembros de las
comunidades afectadas por las plantaciones de monocultivo de eucalipto en gran
escala en aquel país. El objetivo principal era dar más visibilidad a los
muchos pueblos y comunidades que luchan contra los monocultivos de árboles,
como una forma de romper el círculo de silencio en torno a las numerosas
violaciones enfrentadas por muchas comunidades que viven rodeadas por estos
monocultivos.
El día
también fue creado para dar a conocer lo más posible las evidencias que emergen
de estas luchas de resistencia sobre los impactos ambientales y sociales
negativos de estas plantaciones. Estos impactos tienden a ser más graves en la
vida de las mujeres de las comunidades afectadas. Debido a la importancia de la
decisión de las comunidades brasileñas, el WRM (Movimiento Mundial por los
Bosques) decidió en 2006 convertir este día en un Día Internacional de Acción.
El avance de
las plantaciones a gran escala de árboles de eucaliptos, pinos, acacias, caucho
y la palma aceitera, es en realidad un proceso de profundización de la
acumulación de capital impulsada por las empresas -muchas veces transnacionales
y cada vez mayores- sobre los territorios. Algunas de estas empresas son Stora
Enso, UPM, Arauco, APP / Sinar Mas, APRIL, Bridgestone /Firestone, Wilmar, Olam
y Sime Darby. La producción persigue fines industriales y de exportación, y la
expansión se ha producido a un ritmo devastador.
Desde 1980,
el área de estas plantaciones en el mundo se cuadruplicó, con un crecimiento
particularmente de los monocultivos de eucalipto y de palma en el Sur. Si no
hubiera sido por la resistencia de las y los campesinos, los pueblos indígenas
y otras comunidades en muchos lugares y países, esta expansión habría sido
probablemente aún mayor.
No podemos
terminar sin hacer un homenaje a las mujeres y los hombres de todo el mundo que
luchan diariamente y de diferentes maneras contra los monocultivos de árboles,
y que ya han logrado importantes victorias en la defensa y la retoma de sus
territorios con toda la biodiversidad que necesitan para su supervivencia
física y cultural. Estas mujeres y hombres que hacen arduas y sufridas luchas
para generar vida y construir un futuro, contrastan con la codicia de las
grandes empresas y los inversionistas que buscan estas mismas tierras para
generar beneficios para sus accionistas.
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