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lunes, 5 de julio de 2010

EL PETRÓLEO NO CONDUCE A UN VERDADERO DESARROLLO


Por Carlos Miguelez, periodista

Las potencias económicas y los medios de comunicación actúan como si nuestra vida dependiera del petróleo. La humanidad no puede necesitar de manera tan desesperada algo que amenaza nuestro medio ambiente y que ha sido un pretexto para querellas internacionales. Un desarrollo sano, además de contar con un bienestar social, político y económico, debe respetar el entorno ambiental. Pero las instituciones financieras suelen medir el desarrollo de los países en términos de cuánto consumen.

Si todos los habitantes del planeta utilizaran papel de baño, no quedaría ningún bosque. Eso no se dice, como tampoco se informa lo suficiente de que un consumo excesivo de petróleo hiere de gravedad el medio ambiente. Algunos científicos de EEUU han negado esa hipótesis, lo cual incita a sus grupos de poder a buscar políticas ambientales aislacionistas.

Lo primero que hizo EEUU fue descalificar los protocolos de Kioto, que pretenden que los países con desarrollo industrial reduzcan de manera solidaria las emisiones de CO2 y así evitar el calentamiento de la Tierra. China y Rusia han sostenido la misma política desde hace varios años.
Los aerosoles y las neveras producen CFC (Cloro-fluoro-carbonos) que perforan la capa de ozono, mientras la combustión de petróleo produce el llamado efecto invernadero. Es tanta la densidad de gases en la atmósfera que se queda atrapado el calor del planeta. Se generan bruscos cambios climáticos, se contamina la atmósfera y decrece la biodiversidad. El derretimiento de los polos, causado por la subida de las temperaturas, amenaza la permanencia de grandes extensiones de tierra sobre el nivel del mar.Los países con recursos económicos y tecnología punta son quienes tienen la clave para evitar un caos ambiental. Cuentan con los mejores científicos de todo el mundo para llevar hasta sus últimas consecuencias las investigaciones sobre energías alternativas, además de tener en sus manos suficiente capital para desarrollarlas.

Es vergonzoso argumentar en contra de esas iniciativas por su costo, pues países como Alemania, España y Dinamarca son líderes en la producción de energía eólica y no cuentan con la riqueza de países como EEUU o China. Si no comienzan ellos, otros países seguirán el pernicioso ejemplo. Si Rusia y China importaran petróleo y produjeran neveras al mismo ritmo que EEUU, la capa de ozono no resistiría el daño irreversible. El crecimiento económico de China apunta hacia esa dirección.

Los pozos petrolíferos, además, generan graves problemas de salud. Los gobiernos gastarán cada vez más en la sanidad pública en lugar de invertirla en energías alternativas si no implementan fuentes de energía renovables. En la actualidad, se despilfarra en la industria petroquímica. Es un gasto a fondo perdido porque los hidrocarburos se agotarán en pocas décadas.

El bloqueo económico que algunos países han hecho a las energías renovables por defender sus intereses nacionales ha mermado el pleno desarrollo de estas tecnologías. El éxito de las energías limpias en algunos países se ha dado porque sus gobiernos promueven reducciones fiscales para quienes invierten en ellas, además de facilitar préstamos con intereses bajos. También ayudarán al progreso en el campo energético iniciativas como el Wind Force 12. Ésta busca que, para 2020, el 12% de la energía mundial sea de origen eólico.

No todos conocen el alcance que podría tener la energía solar, a la cual podemos acceder regularmente, con bajo coste y que contamina poco. Hay lugares en el mundo que cuentan con más de 300 días de luz intensa al año y, por tanto, podrían aprovechar esta fuente inacabable de energía. Aunque requiere un desembolso inicial alto, es una inversión que no sólo se recupera a largo plazo, sino que en un futuro, producirá enormes ahorros y beneficios económicos. Se necesitan iniciativas gubernamentales y privadas que ofrezcan facilidades para desarrollar la energía solar, similares a las que se han aplicado en Europa con la energía eólica. Desiertos como el Sáhara, El Gobi o los de Arabia y Asia Central podrían producir la energía necesaria para recuperar los espacios verdes suficientes y cambiar el ciclo de las lluvias. Y para que esa energía solar pudiera sustituir a la de los hidrocarburos.

Aunque nos hagan creer que dependemos del petróleo y aunque el panorama ambiental parezca sombrío, hay propuestas alternativas a nuestro alcance. Es necesario un esfuerzo global que comience en los gobiernos y cale al resto de la sociedad. Pues es algo que le afecta a la humanidad entera.

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