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viernes, 23 de noviembre de 2012

CONSTRUIR NUEVOS PARADIGMAS

La modernidad, fiel expresión del modelo económico dominante, ha desplegado una concepción de desarrollo considerada como “universalmente válida y deseada” por todos los pueblos del mundo, ésta visión ha sido expandida desde los sentidos existenciales y las concepciones de bienestar de occidente. A través de finos mecanismos de relaciones de poder, se han instalado en el imaginario colectivo del mundo no moderno aquellos parámetros de felicidad de una cultura ajena que intentó por todas vías constituirse como única. Esta racionalidad que funda el proyecto de la modernidad bajo una ideología del desarrollo y el progreso económico, ha trastocado todo principio sustentador de vida, evidenciando contradicciones severas expresadas en la destrucción ecológica, la degradación ambiental, la desigualdad y discriminación social, dominando y mercantilizado a la naturaleza en los procesos productivos, ignorando las condiciones ecológicas y los límites que la misma le impone a la producción, sobrepasando los umbrales de capacidad de carga, reciclaje y auto-regeneración; socavando así, las condiciones ecológicas de sustentabilidad y poniendo en riesgo las potencialidades de la propia vida. Así mismo, ha excluido a la diversidad cultural, a sus saberes colectivos, a sus identidades, invadiendo e imponiendo una cultura hegemónica y homogénea que subordina los valores humanos a los intereses económicos e instrumentales, que niega al individuo diferente bajo una lógica unitaria y global, dominado, de esta forma, todas las esferas de la vida y degradando sus condiciones y sentidos de existencia bajo una moral alienante y subordinadora. Ante este contexto y ante las evidencias marcadas por la crisis, emergen los pueblos indígenas y campesinos expresando en sus luchas un combate férreo por la vida, reclaman por el derecho al acceso, uso y propiedad de la naturaleza, luchan por la reapropiación de la naturaleza, del territorio usurpado, es el combate por la resignificación de su espacio de vida y su identidad en la diferencia cultural. Son luchas que cuestionan en sí mismas el orden económico imperante, son demandas de carácter estratégico arraigadas en la necesidad de construir nuevos paradigmas que declaran a la vida como su fundamento principal. Por su parte el Pensamiento Ambiental Latinoamericano convoca a entender al ambiente desde su complejidad, desde sus tramados culturales, sociales y políticos, aquellos que lo marcan, que lo diseñan en un recurrente retorno, donde el ambiente inter-retro-actúa con ellos para re-marcarlos. Este pensamiento escudriña el concepto crítico de ambiente, como categoría compleja e integradora que instala, desde los saberes provenientes de la diversidad cultural de los pueblos de la América Latina, la desconstrucción de la modernidad insustentable para construir sociedades inéditas, nuevos paradigmas civilizatorios que expresan el pluri-verso de la diversidad cultural y biológica, tejido desde los principios de la sustentabilidad.

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