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jueves, 12 de noviembre de 2015

MANEJO SOSTENIBLE DE SUELOS



Un tercio de los suelos de Bolivia se degradan por realizar prácticas insostenibles. Como el uso excesivo de maquinaria agrícola en el occidente y oriente de nuestro país, el uso de fertilizantes químicos porque el suelo está perdiendo la capacidad de producir, la falta de normativas que regulen el uso y manejo del recurso suelo, la deforestación en áreas no permitidas y la quema de pastizales, cultivos y restos de deforestación.

Esto amenaza la futura seguridad alimentaria y los medios de sustento de los pequeños, medianos y grandes agricultores.

Uno de los primeros pasos para hacer un manejo sostenible de suelos, es analizar el mismo a través de un estudio de suelos y un análisis de laboratorio, lo que nos permitirá tener un escenario lo que pasa en el suelo.

Los muestreos de suelos deben realizarse cada dos a cuatro años, si se quiere realizar un seguimiento al suelo.

Una buena producción necesita de un suelo fértil, pero un suelo fértil no necesariamente es productivo.

Entre las prácticas sostenibles de suelos tenemos: Reciclar los nutrientes del suelo a través de la incorporación de estiércoles de animales. Siempre se debe dejar cobertura en el suelo. Se debe adicionar biofertilizantes. Realizar siembra directa. Migrar hacia sistemas agroforestales. Adaptar nuevas tecnologías amigables con el suelo. Y maximizar los rendimientos. Si manejamos sosteniblemente el suelo aumentamos en un 58% el rendimiento de los cultivos.

La prevención, conservación y restauración de suelos es vital para mantener el suelo que se considera un recurso no renovable.

Debemos pretender tener un sistema nacional de información de monitoreo de suelos, además de elaborar un mapa nacional del suelo a una escala 1:25 mil, que permita establecer políticas de manejo sostenible de suelos para que, en los procesos de toma de decisiones, se adopten prácticas adecuadas de uso del suelo.

Por lo tanto, ningún gobierno está en situación de eludir la obligación de elaborar una política de conservación de suelos, de la cual forma parte esencial la labor de investigación, difusión y capacitación, de manera coordinada con los sectores involucrados.

La intensificación sostenible es el nuevo paradigma de la agricultura.