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miércoles, 10 de junio de 2015

ERRADICAR EL HAMBRE CON ALIMENTOS QUE SE PIERDEN Y DESPERDICIAN


En América Latina se pierden y desperdician más alimentos que los que son necesarios para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47 millones de personas que aún sufren hambre en la región.

Cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, lo que impacta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la disponibilidad local y mundial de comida, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores. Las pérdidas y desperdicios también tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales.

Las pérdidas se refieren a la disminución de alimentos para el consumo humano en las fases de producción, post-cosecha, almacenamiento y transporte. El desperdicio de alimentos se refiere a la decisión de desechar alimentos que todavía tienen valor nutricional, y se asocia principalmente con el comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y los consumidores.

Las pérdidas y desperdicios ocurren a lo largo de la cadena alimentaria: el 28% ocurre a nivel del consumidor; el 28% a nivel de producción, el 17% en mercado y distribución, el 22% durante el manejo y almacenamiento y el 6% restante a nivel de procesamiento.

Con los alimentos que se pierden en la región sólo a nivel de la venta al detalle, es decir, en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta, se podría alimentar a más de 30 millones de personas, es decir, al 64% de quienes sufren hambre en la región.

Bolivia podría disponer de alimentos equivalentes a los que necesita para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas.

Existen formas de evitar las pérdidas y desperdicios en todos los eslabones de la cadena, principalmente mediante inversiones en infraestructura y capital físico, mejorando la eficiencia de los sistemas alimentarios y la gobernanza sobre el tema mediante marcos normativos, inversión, incentivos y alianzas estratégicas entre el sector público y privado.

La sensibilización pública también es clave, y se puede realizar a través de campañas dirigidas a cada uno de los actores de la cadena alimentaria. Erradicar el hambre en la región requiere que todos los sectores de la sociedad hagan esfuerzos por reducir sus pérdidas y desperdicios. Enfrentar esta problemática es fundamental para avanzar en la lucha contra el hambre y debe convertirse en una prioridad para los gobiernos de América Latina.

miércoles, 3 de junio de 2015

CALIDAD DEL AIRE Y SALUD



En los últimos años el tema del cambio climático como determinante de los factores ambientales y por lo tanto de la salud de las poblaciones, se ha instalado con fuerza en las agendas sanitarias de la mayoría de los países y de los organismos internacionales. Parece que existe un consenso entre todos los estudiosos de este tema al afirmar que los elementos que determinan la salud de las poblaciones son un conjunto de factores complejos (entre los que se incluyen los factores ambientales y concretamente la contaminación y la calidad del aire) que al actuar de manera combinada modifican los niveles de salud de las personas.

Aunque el calentamiento global tiene numerosas consecuencias que ponen en riesgo la salud, tales como: los fenómenos meteorológicos catastróficos, la variabilidad de los climas, que afecta a los suministros de agua y alimentos, los cambios de la distribución de los brotes de enfermedades infecciosas o las enfermedades emergentes relacionadas con los cambios de los ecosistemas, nos centraremos en los impactos, debidos a la mayor concentración de algunos contaminantes atmosféricos, sobre la calidad del aire y por tanto sobre nuestra salud.

La contaminación atmosférica sigue siendo un problema importante de salud pública. Según la OMS en el mundo 1,3 millones de personas mueren en un año a causa de la contaminación atmosférica urbana; más de la mitad de esas defunciones ocurren en los países en desarrollo.

En los países más desarrollados, dada la reducción de los niveles de SO2 y de CO por mejoras en los procesos de combustión en industrias, calefacción y automóviles, los contaminantes cuyos efectos sobre la salud preocupan más en la actualidad son las partículas en suspensión, el ozono y el dióxido de nitrógeno.

En América Latina y el Caribe, por lo menos 100 millones de personas están expuestas a niveles de contaminación del aire por encima de los recomendados por la OMS. Los grupos más vulnerables a los efectos dañinos de una mala calidad del aire incluyen a niños, adultos mayores, personas con previos problemas de salud y población de bajos estratos económicos.

A pesar de los avances en el control de la contaminación atmosférica, el impacto de la exposición a contaminación atmosférica sigue siendo muy importante.

La contaminación por ozono causa irritación al respirar, desencadena síntomas de asma, es causa de enfermedades respiratorias y del corazón, y está asociada con cerca de 21.000 defunciones prematuras al año.

En la región se han logrado avances importantes para enfrentar estos desafíos. Por ejemplo, la implementación de planes de gestión de la calidad del aire en muchas ciudades, y diversas intervenciones sectoriales tales como políticas de transporte urbano sostenible, entre las que cabe nombrar el sistema de transporte público masivo en bus de Bogotá –Transmilenio-, el Metrobús de Ciudad de México, el sistema integrado de transporte público de Santiago –Transantiago- y el transporte público por cable en Bolivia entre las ciudades de La Paz y El Alto –Teleférico- uno de los más grandes del mundo.