La
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994 declaró el 17 de junio como el
Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, para fomentar la
conciencia pública sobre el tema, así como también la puesta en acción de la
Convención de Lucha contra la Desertificación en aquellos países afectados ya
sea por graves sequías, por desertificación, o por ambas.
La
desertificación y la sequía son una amenaza global cada vez mayor. Actividades
humanas como el cultivo y el pastoreo intensivo, la deforestación y mala
utilización del regadío, junto con el cambio climático, están convirtiendo los
suelos fértiles en tierras improductivas y estériles.
La
desertificación es una cuestión mundial, con graves consecuencias para la
seguridad de los ecosistemas, la erradicación de la pobreza, la estabilidad
socioeconómica y el desarrollo sostenible. Las personas que viven en tierras
secas se encuentran muy rezagadas respecto del resto del mundo. Se reduce la
superficie cultivable por persona, lo que amenaza la seguridad alimentaria,
especialmente en las áreas rurales pobres.
Las
personas que viven en zonas de tierras secas tienen que hacer frente a
múltiples problemas de pérdidas de ingresos, deterioro de la salud, sistemas de
tenencia de la tierra inseguros y derechos de acceso a los recursos naturales,
y falta de acceso a los mercados.
A menudo, las escasas oportunidades de
subsistencia los obligan a migrar a zonas no afectadas por la desertificación
en busca de una vida mejor.
Según el
informe GEO 4, unos 2.000 millones de personas dependen de los ecosistemas en
las zonas secas y el 90% de ellas viven en los países en desarrollo. A nivel
mundial, más del 30% del total de los suelos es árido, y de éste, el 30% está
degradado y es especialmente susceptible a la desertificación. Anualmente se
pierden entre 20.000 y 50.000 kilómetros cuadrados de tierras, especialmente
debido a la erosión del suelo.
El tema
del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía de este año
2016 es “Cooperación inclusiva para lograr neutralizar la degradación de la
tierra”.
Comprometámonos
nuevamente hoy con los objetivos de la Convención para lograr un desarrollo
sostenible para todos, incluyendo las zonas rurales de las tierras áridas donde
vive la gente más pobre del mundo.