Investigadores de la Universidad
de Purdue concretaron un método que permite identificar rápidamente los genes
del álamo y sus funciones. Este sería el primer paso de una meta mayor: crear
plantaciones forestales para propósitos específicos, como fabricar madera,
papel o leña. Richard Meilan, investigador en jefe del proyecto, explicó los
alcances de la silvicultura del siglo XXI.
“En
mi opinión, éste es el futuro de la silvicultura”, y que demostró recientemente, en álamos, que
existe una manera rápida de identificar los genes de los árboles y determinar
su función. “Nuestra meta en descubrimientos genéticos es domesticar árboles,
igual como pudimos domesticar el maíz hace 5 mil años”.
Ello
significa producir árboles para propósitos específicos, como la fabricación de
muebles o de madera chapeada, y a la vez intensificar el manejo de esos árboles
como cosechas agrícolas, lo que permitiría hacer un uso más eficiente de
nuestros limitados recursos de tierra fértil.
Lo
conseguido es precisamente el primer paso para el eventual desarrollo de árboles
con muchas características ideales, tales como resistencia a los insectos y con
calidad de las maderas mejoradas. La idea es producir múltiples árboles con
esos rasgos.
El
objetivo es la construcción genética de árboles para propósitos específicos. Por
ejemplo, si un cultivador desea que un árbol sea utilizado para producir fibra
(para el papel), entonces no es necesario que éste sea tan alto y, por tanto,
difícil de cosechar.
También
sería deseable que ese árbol tenga un contenido más bajo de lignina, de modo
que la fibra sea más fácil de extraer. Algo similar pasa si necesitas un árbol
para la fabricación de madera para chapeado. Uno desearía un árbol que tenga un
diámetro más grande y que tenga pocas ramas, ya que éstas dan lugar a los nudos
o imperfecciones en el chapeado.
La
domesticación de árboles” tiene un tremendo potencial, en la medida que ayudará
a resolver la creciente necesidad de recursos renovables que tiene la sociedad.
“La idea no es plantar árboles domesticados en sitios de árboles salvajes, es
decir, en terrenos vírgenes. La idea es hacerlo en sitios previamente
utilizados y maltratados, parecido a lo que se hace ahora con las cosechas
agrícolas, donde hay un intensivo manejo de las plantaciones. La esperanza es
evitar cosechar los bosques nativos”.
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