Las aves de gran tamaño que llegan a la madurez sexual tras una infancia prolongada son sedentarias en islas, con el objetivo de reducir el riesgo de extinción de la especie, aunque sus congéneres en el continente presenten comportamientos migratorios.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un estudio internacional, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en el último número de la revista "PLoS ONE".
El estudio analiza las pautas migratorias de 563 especies de aves en todo el mundo y compara el comportamiento entre las poblaciones continentales e insulares.
Una de las conclusiones es que las especies con madurez sexual tardía sólo sobreviven en poblaciones pequeñas, como las islas, si su comportamiento es sedentario.
Las especies con una esperanza de vida elevada y gran tamaño tienen un periodo de inmadurez prolongado, etapa durante la cual los jóvenes de poblaciones migratorias no vuelven a las islas hasta pasados unos años y no pueden ocupar posibles vacantes que surjan dentro del esquema reproductor de su comunidad.
Sin embargo, los jóvenes de poblaciones sedentarias están disponibles cerca de la zona de reproducción para ocupar los huecos tan pronto como aparecen y atenuar así las fluctuaciones de la población.
Según el estudio, esta diferencia de comportamiento hace que las fluctuaciones de población sean mayores entre las aves migratorias que entre las sedentarias.
Si la población es grande, como ocurre en los continentes, este hecho carece de importancia, pero si la población es pequeña, como en las islas, se convierte en un factor crítico para la supervivencia de la comunidad. Las fluctuaciones intensas aumentan el riesgo de extinción de las poblaciones pequeñas.
En cuanto a las aves de pequeño tamaño (paseriformes), si la especie tiene un periodo corto de inmadurez, típico de estos ejemplares, los jóvenes vuelven un año después de nacer a la población reproductora, tanto si son migratorios como sedentarios.
Por esta razón las paseriformes pueden ser migratorias o no en las islas, mientras que especies mayores, como grandes rapaces, garzas o cigüeñas, tienen que ser sedentarias para sobrevivir.
La investigación apunta que el comportamiento puede variar dentro de la misma especie en función de su lugar de residencia.
Según los investigadores de este estudio, al desaparecer el comportamiento migratorio de las aves insulares se favorece un cierto aislamiento genético que acelera los procesos de diferenciación de especies.
El cambio de comportamiento migratorio es un proceso que afecta a la velocidad con la que aparecen nuevas especies de aves, lo que convierte a las islas en "fábricas de biodiversidad".
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado un estudio internacional, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicado en el último número de la revista "PLoS ONE".
El estudio analiza las pautas migratorias de 563 especies de aves en todo el mundo y compara el comportamiento entre las poblaciones continentales e insulares.
Una de las conclusiones es que las especies con madurez sexual tardía sólo sobreviven en poblaciones pequeñas, como las islas, si su comportamiento es sedentario.
Las especies con una esperanza de vida elevada y gran tamaño tienen un periodo de inmadurez prolongado, etapa durante la cual los jóvenes de poblaciones migratorias no vuelven a las islas hasta pasados unos años y no pueden ocupar posibles vacantes que surjan dentro del esquema reproductor de su comunidad.
Sin embargo, los jóvenes de poblaciones sedentarias están disponibles cerca de la zona de reproducción para ocupar los huecos tan pronto como aparecen y atenuar así las fluctuaciones de la población.
Según el estudio, esta diferencia de comportamiento hace que las fluctuaciones de población sean mayores entre las aves migratorias que entre las sedentarias.
Si la población es grande, como ocurre en los continentes, este hecho carece de importancia, pero si la población es pequeña, como en las islas, se convierte en un factor crítico para la supervivencia de la comunidad. Las fluctuaciones intensas aumentan el riesgo de extinción de las poblaciones pequeñas.
En cuanto a las aves de pequeño tamaño (paseriformes), si la especie tiene un periodo corto de inmadurez, típico de estos ejemplares, los jóvenes vuelven un año después de nacer a la población reproductora, tanto si son migratorios como sedentarios.
Por esta razón las paseriformes pueden ser migratorias o no en las islas, mientras que especies mayores, como grandes rapaces, garzas o cigüeñas, tienen que ser sedentarias para sobrevivir.
La investigación apunta que el comportamiento puede variar dentro de la misma especie en función de su lugar de residencia.
Según los investigadores de este estudio, al desaparecer el comportamiento migratorio de las aves insulares se favorece un cierto aislamiento genético que acelera los procesos de diferenciación de especies.
El cambio de comportamiento migratorio es un proceso que afecta a la velocidad con la que aparecen nuevas especies de aves, lo que convierte a las islas en "fábricas de biodiversidad".
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