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jueves, 21 de marzo de 2013

AGUA: No hay escasez, sino desperdicio e ineficiencia

(Instituto WorldWatch) A pesar del aumento mundial en el consumo, el agua está disponible en cantidades adecuadas para que toda la población tenga acceso a ella si se pone fin al desperdicio, según una investigación independiente. El planeta afronta un problema de consumo de agua --por exceso o por defecto, según las regiones-- más que escasez, como sugiere cierto cliché bastante generalizado. Hay agua más que suficiente, pero lo que no es suficiente es la voluntad política y los compromisos financieros para asegurarle la provisión a los pobres. Los informes periodísticos sobre escasez de agua y crecimiento demográfico parecer bastante desalentadores a veces, pero hay buenas noticias: podemos aumentar la productividad de nuestras hoy limitadas existencias a través de buenas prácticas y tecnologías eficientes. La distribución del agua dulce es muy inequitativa. Solo seis países concentran la mitad de las fuentes renovables: Brasil, Rusia, Canadá, Indonesia, China y Colombia. Y cada canadiense dispone de más de 92.000 metros cúbicos al año, mientras que en el otro extremo figura Jordania, con 138. Este desequilibrio entre los ricos y los pobres en agua se complica aún más por los enormemente divergentes patrones de consumo: las industrias son responsables de 22 por ciento, pero esa proporción es mayor en el Norte (59 por ciento) que en el Sur (10 por ciento). El uso individual también es muy elevado en los países ricos. Un residente del condado de Orange, en el sudoriental estado de Florida, Estados Unidos, consume 15,9 millones de litros por año, el equivalente a lo que utilizan 900 keniatas. El uso doméstico de agua se calcula en 262 litros promedio por día y por habitante en Estados Unidos, mientras la irrigación de parques representa cada día 30.00 millones de litros. Con el alto contenido de carne de la dieta promedio estadounidense, la producción de los alimentos requiere 5,4 metros cúbicos diarios de agua por habitante, el doble que una dieta vegetariana basada sobre arroz tanto o más nutritiva. Dentro de los países también hay una distribución poco equitativa. China cuenta con 21 por ciento de la población mundial, pero sólo siete por ciento de sus fuentes renovables de agua dulce. Y la mayor parte del suministro está en el sur del territorio. Estos desequilibrios tienen desastrosas consecuencias en algunas regiones. El área de los humedales del mundo se reduce con rapidez. Al menos 20 por ciento de las especies de pez de agua dulce están en peligro de extinción, si no es que ya se extinguieron muchas, a causa de las periódicas sequías y los masivos desvíos de agua para la irrigación. Uno de cada cinco habitantes del mundo en desarrollo --1.100 millones de personas en total-- se enfrentan con las enfermedades y con la muerte por carecer de acceso razonable a agua potable y segura. El suministro también peligra por el bombeo excesivo de las napas freáticas. Numerosas cuencas y países alcanzarán en 2025 una situación en la cual 30 por ciento o más de la demanda de irrigación no podrá satisfacerse, según las proyecciones de expertos. Un cambio en la dieta también será necesario. Producir cierto volumen de proteína animal insume cinco veces más agua que la vegetal, y en el primer caso se requiere 20 veces más agua para producir la misma cantidad de calorías. Grandes volúmenes de agua potable se pierden por pérdidas en las cañerías. Es un problema común aun en los países más avanzados. A tales efectos será necesario cambiar hábitos, aumentar la productividad del agua y detener el desperdicio, en especial en el riego agrícola y el uso industrial. Pero esos problemas no son difíciles de resolver. Dar para 2015 acceso a toda la población mundial a 50 litros por persona --una cantidad razonable-- requeriría menos de uno por ciento de las actuales extracciones de agua dulce.

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