Como es sabido, la temperatura del aire exterior no siempre es un
indicador seguro y digno de confianza para determinar el frío que una persona
puede sentir, si está expuesta al aire libre. Existen otros parámetros
meteorológicos que influyen como la velocidad del viento, la radiación y la
humedad relativa. El término sensación térmica es usado para describir el grado
de incomodidad que un ser humano siente, como resultado de la combinación de la
temperatura y el viento en invierno y de la temperatura, la humedad y el viento
en verano.
Existen dos factores
que aceleran la pérdida de calor del cuerpo humano y que definen, la sensación
de frío: 1) La diferencia térmica entre la piel y el medio ambiente y 2) la
velocidad del viento. La pérdida continua de calor del organismo es tanto
mayor, cuanto mayor es la diferencia entre la temperatura de la piel (32ºC) y
la temperatura del medio ambiente. Esta diferencia se concentra en una capa de
aire que rodea todo el cuerpo, de sólo algunos milímetros de espesor llamada
capa límite. Cuanto más reducida se halla el espesor de esa capa por efecto del
viento, mayor es la pérdida de calor por unidad de tiempo. Por ejemplo si en
una mañana de invierno la temperatura es de 0ºC y existen condiciones de calma
(sin viento), no se sentirá mucho frío al estar normalmente abrigado, pero a la
misma temperatura y con viento de 40 Km/h, la sensación térmica será equivalente
a 15º bajo cero.
En el verano, la humedad es el elemento que aumenta la sensación
de bochorno. Cuando la humedad es elevada, el valor de la sensación térmica excede
al de la temperatura del aire. En este caso la sensación térmica cuantifica la
dificultad que el organismo encuentra para disipar el calor producido por el
metabolismo interno y la incomodidad asociada con una humedad excesiva. Si la
humedad es baja, la sensación térmica es menor que la temperatura del aire. En
este caso el parámetro mide el aumento de la sensación de bienestar, producido
por un mayor enfriamiento de la piel debido a la mayor evaporación de la
transpiración favorecida por la baja humedad del aire.
El viento entonces remueve la capa de aire que rodea la piel, por
lo que sirve para disminuir la sensación de calor siempre y cuando las
temperaturas no superen la temperatura de la piel (32ºC).
La forma más eficaz que
tiene el cuerpo para perder calor es la transpiración. La transpiración se
evapora consumiendo calor que cede nuestro cuerpo. Cuando la humedad es muy
alta, la evaporación es menor y por lo tanto la sensación térmica aumenta. En
tanto que, cuando la humedad es baja, aumenta la evaporación y por lo tanto
nuestro cuerpo pierde calor y nuestra sensación térmica disminuye.