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miércoles, 24 de agosto de 2011

CASAS ECOLÓGICAS: LAS VENTAJAS DE LA CONSTRUCCIÓN SOSTENIBLE



No hace mucho tiempo, hemos empezado a preocuparnos por cuidar nuestro planeta y es por eso que no existe mejor forma de ahorrar energía que cuidándola en nuestro propio hogar, y para esto empiezan a ponerse de moda las casas ecológicas. Si no tienes demasiado claro qué son, te orientaremos un poco más al respecto. Una casa ecológica es aquella que está especialmente diseñada para no degradar el medio ambiente. Está basada en sistemas y materiales ecológicos que tienen como principal objetivo el ahorro de energía. Deben construirse con sistemas y materiales respetuosos con el medio ambiente y con criterios bioclimáticos que supongan un buen ahorro energético, de manera que se consiga un crecimiento sostenible sin comprometer el coste final respecto a la construcción tradicional.
Una casa ecológica (al igual que un ecosistema) conserva recursos naturales como la energía, el agua, los alimentos y los materiales. También produce los recursos y los almacena para luego utilizarlos. Los materiales reciclados, la utilización de energía solar, el aprovechamiento del agua de la lluvia son alguno de las posibilidades de las casas ecológicas.
El uso adecuado de la energía y del agua, el manejo de los desechos sólidos, la situación en términos generales del lugar a desarrollar y la emisión de CO2, son algunos de los factores que se toma en cuenta a la hora de calificar un proyecto como verde.
Todo el proceso empieza desde la adquisición del terreno, pues de su ubicación, por ejemplo, dependerá el impacto que la construcción vaya a tener sobre el medio ambiente, hablo de cuántos accesos tiene, de cuan retirado está de la ciudad, de si existe transporte público para llegar y en fin, toda una serie de factores que hará que su construcción sea sostenible o no.
Es importante que se usen maderas que provienen de árboles de crecimiento rápido, como el bambú, y no de maderas exóticas, y mejor si certificadas en el sentido, por ejemplo, de que no trabajan niños en la plantación, o que se prefiera material local en vez de uno importado… La idea es empezar desde cero, incluso por los materiales.

martes, 16 de agosto de 2011

CLAVES PARA ENTENDER QUÉ ES LA HUELLA DE CARBONO




Huella de carbono o mercados de emisiones son términos habitualmente empleados en el contexto medioambiental; sin embargo, su complejidad hace que no sea fácil comprender qué son, para qué sirven y qué importancia tienen en nuestra vida cotidiana.
La huella de carbono o huella ecológica es la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que emitimos a la atmósfera como consecuencia de nuestros hábitos y actividades.
Nuestra huella de carbono personal la constituye cada producto que adquirimos, un alimento que ingerimos o una actividad que realizamos en función de aspectos como las materias primas que se han utilizado para su fabricación o la energía empleada en su uso.
Según un informe realizado por la Agencia Internacional de la Energía en 2009, cada español emitía a la atmósfera 7,68 toneladas de CO2 al año, mientras que en Estados Unidos la cifra ascendía a las 19,10 toneladas por habitante.
Lo importante es que a partir de nuestra huella de carbono es posible conocer de dónde vienen los gases nocivos que generamos a la atmósfera. Esto nos permitirá tomar medidas que permitan disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo a las metodologías de certificación de la huella de carbono, como la norma ISO 14064, existen dos tipos de fuentes que componen la huella. Por una parte, las fuentes llamadas directas, aquellas que se producen como consecuencia directa de una actividad o consumo determinado. Por otra, las fuentes indirectas, que son las procedentes del consumo eléctrico o las generadas a partir de la fabricación o extracción de la materia prima de un producto.
En Internet existen diversas herramientas calculadoras de huella de carbono a partir de datos como nuestro gasto anual de electricidad, el uso de gasolina o de aparatos electrónicos.
Con el objetivo de controlar las emisiones de GEI, existen mecanismos administrativos que regulan la emisión de estos gases.
Una de las más importantes es el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea, que establece para cada país miembro un Plan Nacional que asigna el número máximo de emisiones que puede generar en un periodo concreto.
Este sistema establece un tope por el que cada empresa puede generar un máximo de GEI, teniendo que costear unos créditos con los que comprar los bonos de otras empresas que contaminan menos cuando sobrepasan el valor permitido.
El libro "El mercado de emisiones: cómo funciona y por qué fracasa", escrito por Tamra Gilbertson y Oscar Reyes, y en cuya edición colaboraron organizaciones como Ecologistas en Acción, denuncia las características de este sistema.
Según indican sus autores, "este modelo de bonos permite a empresas y gobiernos dar la sensación de abordar el cambio climático pero, en realidad, no exigen que se inicien de inmediato cambios estructurales en los actuales patrones de uso, producción o consumo de la energía".

lunes, 15 de agosto de 2011

"Los niños, son gente bajita, sumamente emotiva, que no sabe nada.
Se basan en su creatividad e imaginación para moverse por el mundo.
Un mundo que está lleno de gigantes.
Es una hazaña increible"

lunes, 8 de agosto de 2011

CUÁNTOS PLANETAS TIERRA REQUERIREMOS PARA EL AÑO 2050




(ENFOQUE365.NET)
Es prioritario alertar a la opinión pública local y mundial en relación con el creciente deterioro-degradación de los recursos naturales porque ser la base de sustentación de la vida humana en el planeta Tierra.
En efecto, los grandes problemas de la humanidad en el presente siglo son: el aumento poblacional, el consumo desmedido, el uso ineficiente de los recursos naturales y la pérdida de la biodiversidad.
Si no se encaran estos problemas, la humanidad llegará a los 10.000 millones de personas en 2050 y necesitará el equivalente a 27 planetas Tierra para pagar el costo ambiental de esta desorbitante demanda de recursos naturales.
El uso ineficiente de los recursos naturales y la pérdida de biodiversidad ha sido ampliamente documentada por los científicos del Centro de Información Internacional de Suelos de Referencia (ISRIC, por sus siglas en inglés) quienes determinaron que en los países en desarrollo la capa arable de los suelos se ha venido perdiendo por el efecto combinado de la erosión y la desertificación, procesos que se han intensificado en los últimos veinte años a consecuencia del mal uso de las tierras a tal extremo que se ha medido que la superficie perdida o degradada es casi igual al tamaño de Estados Unidos y Canadá juntos, es decir un área equivalente a 20 millones de kilómetros cuadrados, afectando en forma directa el bienestar de más de 300 millones de personas.
De esta forma, los países subdesarrollados enfrentan una creciente degradación de los suelos, ocupación de espacios agrícolas por otros usos, disminución de los incrementos de rendimiento de los principales cultivos en los últimos 10 años y crecimiento poblacional acelerado en los países más pobres.
La pérdida de biodiversidad y sus consecuencias para el bienestar de la humanidad son una gran preocupación y ha motivado diversas organizaciones internacionales para expandir el uso de áreas protegidas para solucionar este problema, principalmente en la Amazonía brasilera porque sobre este ecosistema se cierne la amenaza masiva y potencial del cambio climático.
Ciertamente, si las temperaturas siguen subiendo en la región todo el sistema forestal amazónico alcanzará una condición de estado de equilibrio (termodinámico) a partir del cual la totalidad del bosque se convertirá en inflamable y se comenzarán a manifestar incendios forestales masivos, fuera de control.
Por otro lado, la pérdida de biodiversidad es preocupante ya que se trata del único sistema de apoyo que tiene la humanidad para su supervivencia por constituir el único abasto capaz de proveer seguridad agroalimentaria, agua, aire limpio, recreación y belleza ecológico-ambiental en el planeta Tierra.
De acuerdo a muchos especialistas el aumento poblacional es la principal causa de la pérdida de biodiversidad. Cuando el número de habitantes del planeta era de 5.000 millones en 1985, el uso de recursos superaba a lo que la Tierra podía sostener en forma indefinida. Hoy la población mundial es de 7.000 millones, mucho más de lo que la Tierra puede sostener. La situación será más grave para el año 2050 ya que se estima que la población alcanzaría los 10.000 millones de personas lo cual equivaldrá a la productividad de más de 27 planetas Tierra.
Para sostener a los actuales 7.000 millones de personas se requiere de un drástico cambio en el uso de recursos. Actualmente, la huella ecológica promedio de cada ciudadano de Estados Unidos es de 10 hectáreas, mientras que la de un haitiano es menor a una. El planeta podría sostener a toda la humanidad si la huella promedio de cada persona fuera de dos hectáreas.
La única estrategia válida es incrementar significativamente el número de áreas protegidas multiplicando por cinco la actual inversión para tal fin, es decir una cantidad superior a los 35.000 dólares anuales, durante cuarenta años.