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lunes, 28 de junio de 2010

ABONOS ORGÁNICOS EN PLANTAS PARA REFORESTACIÓN


Con el uso de sustrato vegetal, compuesto por desechos biodegradables, se puede producir hasta 50 mil plantas anuales para la reforestación. La germinación de semillas de pino, caobas, cedro y eucalipto, es una tarea donde se utiliza un preparado orgánico denominado compost, que permite el nacimiento de "plantitas sanas". El compuesto es enriquecido con restos de madero negro triturado, viruta de caoba, cascarilla de arroz e incluso estiércol de vaca. Todos estos materiales son preparados y removidos para después ser depositados en unas pilas, donde se exponen a un período de descomposición. Luego el material es puesto en unos contenedores plásticos de color negro, que sustituyen a las tradicionales bolsas de igual material y tonalidad, donde las semillas germinan. Con la comercialización de estas plantas se estará contribuyendo a la protección y recuperación del medio ambiente.

miércoles, 23 de junio de 2010

LA PARABA AZUL


En 1980 un estudio contabilizó 200 ejemplares como la población total de parabas azules del país, y se creyó que habían desaparecido por el tráfico ilegal. Otra investigación del año 2000 registró que Bolivia aún tenía una pequeña población de 150 ejemplares. Un estudio que concluyó en noviembre del 2009, realizado por la Fundación Noel Kempff y financiado por World Parrot Trust, encontró 107 ejemplares de Anodorhynchus hyacinthinus y 32 nidos habitados en algunas zonas del Área Natural de Manejo Integrado (AMNI) San Matías. Anida en los árboles más altos, con alturas de casi 30 metros. El sujo o maní es el más utilizado para anidar (75%). Su tallo se quiebra con facilidad y deja cicatrices que dan paso a que la madera se decomponga, lo que facilita la excavación del nido. La paraba azul depende de la sobrevivencia del sujo.

lunes, 14 de junio de 2010

LA CAPA DE OZONO PERMANECERÁ VULNERABLE HASTA EL AÑO 2014

La Comisión Internacional de Ozono, un organismo científico de más de 50 años de antigüedad, responsable de la ciencia de la capa de ozono, ha emitido esta nota de prensa como el resultado de los debates científicos mantenidos en el vigésimo simposium Cuadrienal de Ozono Atmosférico. El asunto protagonista de este encuentro fue el de valorar la posible recuperación de la capa de ozono como consecuencia de loa tratados internacionales encaminados a limitar las emisiones de cloro a la atmósfera.
La recuperación de la capa de Ozono parece complicarse por un número de factores entre los que juega un papel importante el cambio climático, a través del incremento de los gases de efecto invernadero. La evaluación de la futura recuperación de ozono en un escenario de cambio climático, con un planeta más cálido y con mayor contenido de vapor agua, presenta importantes incertidumbres ya que no se conocen claramente las interacciones entre el ozono y el clima.
Otra cuestión que está aún por ser respondida es cómo los cambios meteorológicos a lo largo de los últimos 25 años pueden haber contribuido a las variaciones de ozono observado, así como los mecanismos de retroalimentación implicados. En niveles bajos, los cambios en el ozono troposférico son complejos y el transporte de contaminantes pueden mantener elevados niveles de ozono troposférico en determinadas regiones, lo que añade aun más incertidumbre al análisis de las observaciones.
El Secretario de la Comisión Internacional de Ozono, el Profesor Christos Zerefos, ha manifestado: “La detección de la recuperación de la capa de Ozono todavía requiere paciencia. Tenemos un largo camino que recorrer para entender el complejo sistema de interacciones entre el ozono y un cambio medioambiental global, y las mejores herramientas que tenemos en este momento son la continuación de las observaciones globales de calidad, tanto desde tierra como desde el espacio. Se predicen descensos en los niveles de UV-B en la década siguiente para todas las estaciones del año, excepto en primavera, a altas latitudes en ambos hemisferios.”

lunes, 7 de junio de 2010

ECOSISTEMAS NATURALES EN CRISIS



Por Marcel Claude
Cuando se sostiene que el actual modelo de desarrollo que orienta las políticas económicas y sociales en América Latina no es sustentable y que más bien nos condena al empobrecimiento, muchos alzan la voz para oponerse, incluso recurriendo a la descalificación. Una de las acusaciones más comunes es el rótulo de "estar en contra del desarrollo".
Sin embargo nuestras economías pueden crecer mucho, nuestras exportaciones pueden diversificarse y ocupar plazas importantes en los mercados del mundo, incluso, podemos ser un punto estratégico -como el Canal de Panamá- por donde pasa el comercio mundial entre los distintos continentes, y no obstante, ser un continente pobre, donde abunda la exclusión y en el que la desigualdad es una constante histórica desde los tiempos de la conquista española.
Como sostiene el premio Nobel de Economía 2001, J. Stiglitz, a pesar de las promesas realizadas en las últimas décadas del siglo XX en cuanto a la reducción de la pobreza, el actual número de pobres se ha incrementado en 100 millones de personas. Al mismo tiempo que la economía mundial ha crecido en un promedio de 2.5 puntos porcentuales anuales.
Ante esto, los ideólogos del crecimiento económico insisten en la necesidad de redoblar los esfuerzos para acelerar la expansión de la economía.
Uno de los problemas con que se topa esta idea es la disminución de la capacidad productiva de los ecosistemas naturales.
La información que proviene de organismos internacionales no deja de ser preocupante: la mitad de los humedales del mundo se destruyeron en el siglo pasado; la actividad forestal y la sustitución por especies exóticas han reducido los bosques mundiales a casi la mitad; cerca del 9% de las especies mundiales de árboles están en riesgo de extinción; la deforestación tropical excede los 130 mil kilómetros cuadrados por año; la flota pesquera es 40% mayor a lo que los océanos pueden sostener; cerca del 75% del stock mundial de peces marinos está siendo sobreexplotado o están siendo capturados en sus límites biológicos; la degradación de los suelos ha afectado a dos tercios de los suelos agrícolas mundiales en los últimos 50 años; el 20% de los peces de agua dulce se ha extinguido, y está amenazado o en peligro de extinción.
Debemos hacer notar necesariamente que esta presión sobre los ecosistemas se ve favorecida por algunas características que rigen la contabilidad de la inversión y del consumo. En los modelos de evaluación macroeconómica, no está considerado el costo real que significa la extracción de los recursos naturales. Es así como la disminución de la selva tropical, en la medida que tenga como objeto la producción de alguna mercancía para la exportación o el consumo en el mercado interno, será registrado como un incremento en el ingreso económico sin que se haga el menor descuento por la pérdida de un capital natural difícilmente recuperable.
Un paso importante es tomar conciencia de estos problemas, a fin de que podamos cambiar nuestras conductas y hábitos culturales.